A finales del siglo XIX la comunidad científica estaba muy interesada en los rayos catódicos que habían servido para descubrir la existencia del electrón. De entre todos los científicos que trabajaron con el tubo de Crookes, hoy nos centramos en Wilhelm Conrad Röntgen, y su gran descubrimiento.
1985, Röntgen trabaja con un tubo de Crookes investigando acerca de fenómenos de luminiscencia en su laboratorio. Para ello tiene el tubo cubierto con cartones negros, evitando que la luz visible afecte a sus experiencias. Durante alguna de sus experiencias se da cuenta que los materiales fosforescentes que tiene en su laboratorio comienzan a brillar, incluso los más lejanos al tubo.
Este fenómeno sorprendió a Röntgen, que dedicó las siguientes semanas a cubrir con diferentes materiales el tubo de Crookes, intentando aislarlo al completo. Quería encontrar la explicación a la fosforescencia repentina que mostraban estos materiales. Sin embargo, no logra evitarlo.
Debe existir una radiación invisible, que puede atravesar cualquier material y que hace brillar mis materiales fosforescentes» Algo así debió pensar Röntgen en su momento. Y es por ello que los llamó «rayos X«, por la asociación de la X a la incógnita en el área de las matemáticas.
No podía ser desviada por campos eléctricos, por lo que no tenía carga; ni tampoco por campos magnéticos. Y podía atravesar casi cualquier material, por lo que Röntgen continuó probando con distintos elementos. En uno de ellos sugirió a su mujer que colocase la mano frente al tubo. ¿El resultado? La primera radiografía de la historia.
Röntgen se negó a patentar su descubrimiento, permitiendo a la comunidad científica avanzar en la investigación de esta nueva radiación. Tras su publicación «Sobre una nueva especie de rayos», el uso de los rayos X se extendió tan rápidamente que se convirtió en una herramienta esencial para la medicina, la ciencia y la industria.
Los primeros equipos de rayos X de aplicación para la medicina permitían observar en tiempo real el interior del paciente. Esto supuso una gran ventaja en el diagnóstico de algunas patologías. Sin embargo, al no poder medir ni cuantificar la cantidad de radiación empleada en cada exploración, aparecieron los primeros problemas derivados del uso excesivo de la radiación. Apenas unos años después de comenzar a usar los rayos X se publicaron los primeros estudios acerca de la leucemia radioinducida.
Los equipos de rayos X representan la mayoría de pruebas de diagnóstico por la imagen, tanto en la radiología simple como en la tomografía computarizada (o scanner). Los equipos modernos permiten disminuir al mínimo las dosis que reciben los pacientes. Eliminando casi por completo los posibles efectos secundarios de emplear radiaciones ionizantes.
El descubrimiento de los rayos X convirtió a Röntgen en el primer galardonado con el Premio Nobel en 1901. Pero la aplicación de esta «radiación invisible» no se queda sólo en el área de la medicina…
Los rayos X se emplean para realizar controles de calidad en el área industrial. Así se pueden detectar defectos en piezas eléctricas, en soldaduras o en componentes electrónicos. También están presentes en los controles de equipaje de aeropuertos y estaciones ferroviarias, o sirven para examinar obras de arte sin llegar a dañarlos. Aunque parezca increíble, también se usa la radiación X en busca de contaminantes presentes en los alimentos que consumimos.
En definitiva, los rayos X están presentes en nuestra vida cotidiana de una u otra manera. Es un descubrimiento que podemos abarcar desde nuestros temas de la Oposición de Física y Química. Incluir aspectos transversales a nuestros temas puede marcar la diferencia para que el tribunal valore positivamente nuestra defensa.
Además, son un elemento más para trabajar en el aula y hacer hincapié en la importancia del desarrollo de la ciencia para el avance de la humanidad.